Cómo actuar ante un conflicto con un alumno en el aula

13:33 Pedagogia de una mamá 0 Comments

Ser maestro es una de las profesiones que, con una sólida vocación más enriquecen nuestra vida, aunque con el efecto de desgaste en el trato con personas y con niños, más efectos negativos vierten sobre nuestra realización personal produciendo el llamado síndrome del Burnout.

En las aulas solemos tener chicos y chicas con problemas de motivación e interés por la escuela, problemas familiares, problemas de autoestima, etc. Esta problemática suele traducirse en conductas disruptivas y en muchos casos desafiantes, llegando a mermar la paciencia del docente. Y es que no es solamente el hecho aislado de tener un alumno con una conducta problemática, se agrava la situación cuando esa conducta dificulta el aprendizaje del resto de alumnos, sin contar con la presión a la que se ven sometidos los profesores a la hora de cumplir con la programación propuesta. 

La colaboración con la familia resulta primordial aunque en ocasiones y por desgracia, no puede darse esta condición. Esto provoca sentimientos de malestar en el propio profesor y sensación de impotencia a la hora de intervenir.

El tiempo se va, y los esfuerzos, el entusiasmo y la paciencia, se agotan.

Ante las posibles situaciones de conflicto en el aula con determinados alumnos, siguiendo las recomendaciones de Manuel Segura procuraremos solucionar el problema allí mismo, sin enviarlo al despacho de dirección. Si el problema es de "chulería", de alardear de que no quiere trabajar o no escucha, le pediremos que se tranquilice y hablaremos con él al final de la clase, en privado. Si es más grave, interrumpiremos unos minutos la clase y saldremos al pasillo para hablar con él, y siempre en privado.

En general, ante una llamada de atención en público las personas nos sentimos atacadas, nos frustramos y podemos reaccionar de forma negativa. En particular, los niños con problemas de conducta, su forma de reaccionar en estas situaciones suele ser más negativa y agresiva, tal vez porque no conocen una alternativa de respuesta.

Volviendo a lo anterior, cuando tengamos que hablar con nuestro alumno, el tema de conversación debe ocuparnos en hacerle entender la diferencia entre el cerebro animal y el cerebro humano, e intentar que comprenda que ser más agresivo no es ser más valiente, sino más primitivo, menos humano.

En el supuesto de que no se tranquilice con la conversación, se le explica con SERENIDAD que no puede impedir que los demás aprendan y que por tanto debe de ir al Aula de Convivencia o con el profesor de guardia.

Si el problema no es de agresividad, sino desidia, no participación, se le puede preguntar qué es lo que le interesa, qué querría hacer, que sea razonable claro está, porque no es razonable: irse a la calle, jugar en el patio, silbar, cantar, etc. Y si es posible, dejar que lo haga sin molestar. Es razonable: dibujar o leer, por ejemplo. 
En ese caso, en un primer momento no debemos de preocuparnos en que no esté siguiendo la explicación o el ritmo de la clase ya que nos preocupa más el comportamiento disruptivo de entorpecer la marcha general del aula, el cual se sitúa en una de las conductas contrarias a las normas de Convivencia, siendo necesario el establecimiento de medidas educativas correctoras (ver normativa sobre Convivencia Escolar)
Posteriormente, nos ocuparemos en intentar reavivar la llama de la motivación y el interés por el aprendizaje. 

En todo caso es esencial no gritar, no mostrar desprecio ni ira, no enfrentarse con el alumno, sino con mucha firmeza, demostrarle cariño, que estamos de su lado, que lo apreciamos, y que por eso mismo, le exigimos que actúe de una manera humana y correcta.

Con todos los alumnos sigue teniendo validez la norma clásica y fundamental de la educación: "Mucho cariño y normas claras". Que ninguna conducta del alumno, por disruptiva que sea, nos aparte de esa actitud básica.

Para facilitar todas estas soluciones y para prevenir esos conflictos de raíz, lo más eficaz es un programa que le enseñe a pensar (en vez de embestir), que les enseñe a conocer y controlar sus emociones y que les ayude a considerar como valores propios los grandes valores morales de Justicia, Amistad, Sinceridad, Compasión, Solidaridad y Responsabilidad. Sin haberse ejercitado en un programa así, las soluciones puntuales no serán efectivas, la Mediación se hará casi imposible y todas las medidas disciplinarias que se tomen serán "pan para hoy y hambre para mañana".


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